¿Entonces
debería ir sobre una moto
imitanto los vaivenes de Caronte
subiendo por el Campestre
destilando de la adrenalina
versos que no se vuelen de la memoria?
–
El vértigo de componer después de sobrevivir
y esa haraganería de hablar
tras la osadía –y estoy diciendo más temeridad.
–
Sí, yo digo que cada viaje y cada carrera y cada
me perdí
es en sí mismo un gesto y una ofrenda:
gesto de estulticia y furor,
ofrenda de necesidad y vida.
Pero en verdad pienso en cerrar lo ojos para poder ver
y que los animales me digan al oído las historias.
–
¡Bendito sea el que vino antes que yo!
Que se robó la espada y me la dejó en la puerta;
que me cortó el viento que iba delante
para que yo atravesara las palabras.
–
Ya querré sentarme a tu lado
–yo prepararé de comer y encenderé la chimena–
para que me cuentes las caídas y las peripecias;
y mientras bebamos ese vino
hallemos el oro en las memorias
o las historias –a estas alturas, ¿cuál es la diferencia?
–
El oro que me trajo un duende
cuando me dormí en la pinocha.
–
Quiero saltar de las cascadas
y hallar el sentido de cómo caen las hojas;
cierro los ojos para recibir
y en la oscuridad el mudo deviene un solo símbolo;
que me vean lamerme los labios cuando el hablo al porvenir
porque estoy muy canasado de las escuelas.
–
A los domadores de leones:
escriban con su látigo;
y los amantes avergonzados
dueños del ritmo en el silencio;
a los que trepan la montaña para poder ver
y sus veros tienden universo.
–
Bendito sea el que vino antes que yo
porque le tocó perder y probar primero,
porque me dejo hullas y arañazos,
porque abrió trocha y le encargó a esa viejita que me dijera:
camina, hijo, que el camino es largo
para llegar.
–
Bendito sea el que vino antes que yo,
le besaré las manos y lo encomendaré en mis plegarias:
sus hombros, mis binoculares.
Y en los tiempos de ahora
que rápido ya es ciento noventa
y en los tiempos de mañana
que seré yo también
precursor de la velocidad
cuando los carros y los poetas
vuelen.
–
(Y a los que vieneron antes que yo:
dénme la bendición
y sea su esperanza
que no se repitan las palabras).
–